La
paz interior parece imposible en estos tiempos de asesinatos,
inseguridad en el trabajo y cuando la moral de la sociedad se está
haciendo pedazos. Pero aún así, Jesús ha prometido que cada uno de
nosotros puede experimentar verdadera paz. “La paz os dejo, mi paz
os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tengan miedo.” (Juan
14:27).
Algunas
personas están tan atrapadas en la “busqueda de la paz”, que
olvidan que Jesús ya se las ha dado. Simplemente han dejado ese
“regalo” sin abrir. No podemos hallar paz fuera de las normas que
Dios nos ha dado.
“Nuestras
almas no descansarán tranquilas hasta que descansen en Dios”
(San Agustín).
Empecemos
a “desenvolver” ese precioso regalo, y examinemos lo que la
Palabra de Dios tiene que decir acerca de él.
- La paz empieza cuando rendimos a Dios el control de nuestra vida. Cuando entregamos a Jesús nuestras cargas, y le permitimos que él nos guie, hallamos descanso (Mateo 11:28-30).
- La perfecta paz se edifica a través de una confianza total. A medida que Dios llega a ser una parte íntegra de nuestra vida diaria, nuestras angustias comienzan a desaparecer (Juan 16:33).
- Nuestra paz continúa cuando seguimos al Espíritu Santo. Tenemos que impedir que nuestra vieja naturaleza pecaminosa nos controle antes que podamos experimentar paz (Romanos 8:5-8).
- La paz de Dios debe reinar en nuestro corazón. Debemos evitar siempre que otras cosas nos quiten la paz de Dios en nuestra vida (Colosenses 3:15).